Las auroras boreales y australes suelen producirse a unos 80-500 kilómetros de la superficie terrestre, y a un máximo de 640 kilómetros. El color de una aurora depende de la partícula de gas con la que los electrones choquen. Si colisionan con átomos de oxígeno a unos 96 kilómetros (60 millas) de la superficie de la Tierra la aurora se vislumbra verde; azul o violeta en caso de chocar con nitrógeno a unas 60 millas del suelo, y rojo al colisionar con átomos de oxígeno a unas 150-200 millas (241-321 kilómetros) de altitud.
Al principio, las auroras se mantienen aparentemente estáticas, pero cerca de la medianoche los arcos empiezan a balancearse hasta que durante la madrugada adquieren la apariencia de una nube y pueden desaparecer conforme amanece.
Los mejores momentos y lugares para observar auroras boreales son, evidentemente, durante las noches y en las regiones polares, las cuales gozan de avistamientos durante más de la mitad de las noches en un año.

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